La teoría de la relatividad

Pero no la de Einstein (que me queda algo lejos), sino la de los premios, honores y distinciones varias.

Dicen que Vivien Leigh, la inmortal Scarlett O'Hara de la versión cinematográfica de "Lo que el viento se llevó" (también pelirroja, ¡qué cosas!), ganadora de dos Oscar (por ésa película y por "Un tranvía llamado deseo" -¡toma ya!) utilizaba las estatuillas como sujeta-puertas, una, y como pisapapeles para las toallitas del baño, la otra. ¡Con lo difícil que es ganar uno! (Paul Newman lo sabe, pero calla para no irritar a Hitchcok).

Hay artistas que mantienen una relación de total indiferencia con los premios a los que puedan optar, y que, en coherente y digna de agradecer reacción, siguen manteniéndola después de haberlos recibido. Tal es el caso de Woody Allen. "No merezco este premio", dijo al recibir el Príncipe de Asturias de las Artes en el año 2002, "pero tengo diabetes y tampoco la merezco".

Luego están los que se consideran naturalmente merecedores de tal o cual distinción. He ahí el caso de nuestro último Premio Nobel de Literatura patrio y su relación con la distinción homológa en el mundo estrictamente hispano, el Premio Miguel de Cervantes.

La cosa dependerá del premio, claro. No es lo mismo optar a un premio con dotación económica que a uno estrictamente honorífico -salvo que tenga un componente político-. Como tampoco es lo mismo optar a un Oscar que a un Goya -dicho sea sin menosprecio, que ya sé que ni uno ni otro van a hacer compañía a mi jabalí de bronce en la mesita del pasillo...-

Ahora bien, seguro que los Fammy que Lourdes ha ganado ("Me arde el cuerpo" a la chica más sexy, y "Mi ganadora de Fama", ex aequo con Leti), no va a acabar como vulgar pisapapeles (si es cartón del bueno, claro), sino que ocupará un lugar muy especial, por tener un valor sentimental que ni todo el oro del mundo podría comprar:



También está el premio a la paciencia y la esperanza, que han ganado hoy l@s lourdistas. A la paciencia, consistente nada más y nada menos que en presenciar una improvisación con Keko, como parte del reto de éste con Elihú: al fin, de nuevo, esa figura... A la esperanza, la elección de Lourdes y Keko como pareja fuego...



Para cerrar un martes tranquilo, la segunda clase de jazz-fusión, que debería alejar los miedos de la recta final:



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